domingo, 22 de septiembre de 2013

El búfalo



—Mira, te he traído este hermoso búfalo salvaje como regalo. Te lo doy con toda mi amistad.

—¿Un búfalo salvaje? ¡Qué original!

—¿Verdad que es sorprendente? Me da gusto que lo admires.

—Muchas gracias, en serio que agradezco mucho tu intención, es un regalo muy… poco común.

—Sí, es para enorgullecerse de recibirlo.

—Pero hay un problema: no sé dónde puedo tenerlo. En mi casa no cabría. Un animal así necesita muchísimo espacio para correr, ¿no?

—Sí, es cierto. Y también necesita mucha comida y atenciones especiales. ¿Reconoces qué bueno es mi regalo?

—Pero ¿dónde le daré hogar?

—Bueno, ésa sí que es una buena pregunta.

—¿Tú tienes alguna idea?

—Yo en mi casa tengo dos búfalos. Me gustan mucho los búfalos. Mi animal favorito es el búfalo. Me gusta que mis amigos se acuerden de mí cuando ven búfalos.

—Ajá.

—Los búfalos son algo muy mío.

—Eso está muy bien, claro. Y ¿cómo los mantienes en tu casa?

—Pues es cierto que no tienen mucho espacio. Y están un poco flacos. Pero a veces sí los saco a pasear. Como por ahora están algo débiles, pues no corren, sólo caminan con lentitud, y eso me ayuda. También es de ayuda que mi casa es relativamente grande. Sé que mis búfalos reconocen mis esfuerzos y que los agradecen. Si yo tengo una intención buena, es seguro que me será reconocida.

—Es posible. Lo malo es que en mi casa no cabría este pobre búfalo.

—Mira el asunto de esta manera: ¡ésta es tu gran oportunidad para que busques una nueva casa, más grande y con un hermoso jardín!

—Honestamente mi casa actual me gusta mucho.

—Sería una lástima que no aprovecharas esto para que consideraras renovar tu vida. Mira, no quise decírtelo antes, pero te hago este regalo pensando mucho en ti. Es por tu bien. Últimamente te he visto muy alicaído y solitario, y he pensado que te vendría bien tener un búfalo. De hecho, este animal es la opción más lógica para alegrar la vida de uno. Casi nadie me cree porque no lo han experimentado, pero sé que tengo la misión de hablar a favor de los búfalos. ¿Quieres que te cuente una historia que viví con mi primer búfalo? Pues resulta que un buen día…

—Gracias por tu intención, pero repito que estoy muy a gusto en mi casa por ahora. Si me llego a interesar por los búfalos, ten por cierto que te llamaré a ti y a nadie más. Tú y sólo tú eres especialista en el tema.

—Espera, déjame también hablarte de la casa que necesitarás para que a partir de hoy le des hospedaje a este animal que te he traído. Tendrá que ser un lugar muy, muy grande. ¡Incluso te vendrá bien a ti tener más espacio para que camines con mayor tranquilidad! Vivir con mucho espacio es muy saludable.

—Mira, aunque lo fuera, no podría pagarlo por el momento. Pero, ¿qué te digo?, esa decisión es mía.

—Intuyo que estás resistiéndote. Tu decisión podría ser mejor si la consensuaras con los demás. Siéntete libre para hacerlo.

—Pero…

—Sé más abierto. Si lo fueras, podrías integrarte a una energía realmente colectiva. Es tu deber renunciar a tu ego, te lo digo yo. Yo conozco de estas cosas, hazme caso a mí. Yo sé.

—¿Qué tiene que ver la “energía colectiva” con los búfalos?

—Siento que tienes demasiados bloqueos respecto de mi regalo. ¿Qué despierta en tu ser profundo este búfalo? ¿Algún trauma? Dime, cuéntame con confianza, yo puedo ayudarte. Puedo y quiero darte un gran apoyo porque te veo muy triste y enojado, y yo tengo la pureza espiritual para tenderte una mano. Te escucho.

—Lo lamento mucho, en verdad muchísimo. Tienes razón en que estoy molesto, pero lo estoy desde que has estado insistiendo en tu regalo. Antes estaba tranquilo. Y, ¿sabes?, óyelo bien: no quiero tu búfalo. Te lo he estado insinuando desde hace varios minutos, pero parece que no entiendes mis indirectas o finges no entenderlas.

—Eres un malagradecido. No sabes valorar lo que los demás sí aprecian.

—Querrás decir que no quiero ser igual a ti.

—Necesitas ayuda urgente. Piensas demasiado en ti mismo. Te falta empatía.

—¿Quién dice que tu intención no es…? Bueno, nada. Olvídalo. Tengo que irme. Gracias de todos modos. Adiós.

—¿Quieres que te recomiende a mi astrólogo? Él me quitó el ego. A ti también podría curarte. Te lo digo yo. Yo.




.